Olimpia

LA CUNA DE LAS OLIMPIADAS

Cerca de la ciudad de Katákolon (Grecia), se encuentra uno de los lugares más  sugestivos del mundo: Olympia (Ολυμπία).

Inmersa en el paisaje pastoríl de Élide en el Peloponeso occidental, en un valle surcado por el río Alfeo y su afluente Kladeosal, Olimpia era la sede de los juegos más famosos de la antigüedad que, nacidos en los albores de la civilización y llamados Festival de Zeus, duraron oficialmente 1.169 años. 

El festival fue, en realidad, un particular salvoconducto para parar las guerras. El discurso de la Ekecheiria o tregua olímpica arrancaba estos juegos, interrumpiendo  las batallas para que representantes de todas las ciudades helénicas pudieran competir por la corona de olivo.

Dos grandes mitos sustentan el nacimiento de Olimpia y sus juegos: el primero apunta al asiático Pélope, ganador de la carrera de carros del rey de Pisa, Enomao, y marido de la hija de este rey, Hipodamia; el segundo alza a Heracle (servidor de la diosa Hera) como fundador del festival, en memoria de Pélope, y del Altis (lugar sagrado).

Altis

Al pié de la colina Kronion (Cronos), es el lugar sagrado por excelencia. Delimitado por murallas construidas a mitad del siglo IV a.C., el Altis contiene los templos, tesoros y santuarios de Olimpia.

  

Templo de Zeus

Situado en el centro del Altis, el Templo de Zeus era el más importante de los templos de Olimpia. El diseño del  arquitecto Livona fue construido entre el 470 y el 456 a. C.,  aunque las fachadas tuvieron que ser reconstruidas después del terremoto, en 175 a. C. La estatua de Zeus en oro y marfil, del maestro Fidias, fue declarada como una de las siete maravillas del mundo antiguo. Era una estatua sedente del dios, de doce metros de altura, que destilaba grandeza y majestuosidad; es conocida a través de reproducciones en monedas y joyas. En 1877, el famoso Hermes de Praxíteles fue descubierto en el templo y trasladado al museo junto a la Nike de Paiónios.  

 

 

 

 

Bouleuterion y Leonidaion

Junto al Templo de Zeus, se encontraba el Bouleuterion, edificio que albergaba la sede del Consejo Olímpico. Allí se reunían, guardaban sus archívos y frente a la estatua de Zeus, atletas y entrenadores realizaban el juramento olímpico (Ekecheiria).

Y a escasos metros, en el extremo suroeste del santuario, se situaba el edificio más grande de todo el conjunto; el Leonidaion, casa construida alrededor del 330 a. C. por Leonidas de Naxos, que servía de alojamiento a los atletas y a huéspedes distinguidos.

Terremotos posteriores destruyeron el conjunto en su totalidad en el siglo VI d. C..  Aunque hoy solo podamos ver las ruínas de lo que fue Olimpia, es impresionante la figura de las altas columnas y del montón de enormes rocas derrumbadas, que marcan el lugar donde se levantaban tan magníficos monumentos.

 Templo de Hera (Heráion)

Al norte del Altis se encuentraba el Heráion o Templo de Hera. Este templo dórico se erigió en principio en honor de Zeus y Hera, pero, tras su construcción, se dedicó al culto exclusivo de Hera. Data de los siglos XVII o XVI a.C. Inicialmente de madera, acabó soportado en piedra. Hera era venerada en juegos similares al Festival de Zeus, pero solo para mujeres. El Sagrario de Pélope (Pelópion)

Sobre un bella pradera en el centro del Altis, rodeado por un muro y con una fachada monumental, se encuentraba el Pelópion, tumba de Pélope y núcleo inicial del santuario de Olimpia.

La Palestra, el Gimnasio y el Laboratorio de Fidias

La Palestra se ha calificado como una ‘escuela de lucha’, pero era de hecho un lugar menos restringido, utilizado para reuniones, eventos sociales y prácticas atléticas. El estilo arquitectónico sugiere como fecha de construcción el siglo III a. C. Situada al oeste del Altis, tenía un amplio patio con salones de varios tamaños, además de una biblioteca y un comedor.

 Junto a ella, se encontraban el Gimnasiogymnós que significa desnudo-, lugar reservado al entrenamiento de los atletas y el Laboratorio o Taller de Fidias, donde el maestro esculpió La estatua de Zeus y toda la decoración del templo. Sobre él se construyó una iglesia bizantina, pero bajo ella se encontraron restos de herramientas de escultor y una prueba contundente que certifica la propiedad del taller; una copa o vaso (enócoe) de barniz negro en el que se puede leer un grabado que reza: Είμαι του Φειδία-Soy de Fidias-. 

 Los juegos

Las cinco jornadas olímpicas eran intensas: tres de ellas se dedicaban a las competiciones; la última, al reparto de premios, y la primera, a los sacrificios a Zeus y Pélope.

Todos los asistentes a los juegos debían traer un animal, que junto a 100 bueyes, servían para la Hecatombe o sacrificio en honor a Zeus delante de su templo.

Evocando al mito de Prometeo ‘que robó el fuego a Zeus para dárselo a los mortales’, el Olimpionicai (vencedor) de la primera prueba de pentatlón, era el encargado de encender un fuego en honor al dios en el Altar de cenizas de Zeus, y se mantenía encendido mientras duraban las competiciones.

 

Solo los hombres que tenían el griego como lengua materna y sin ningún crímen a sus espaldas, eran autorizados a competir en los juegos del Festival de Zeus. A pesar de esto, tiempo después se permitió competir a los romanos.

Las mujeres no podían competir en los juegos e incluso tenían restringido su acceso como espectadoras, ya que los atletas competían desnudos. Una mujer casada o una esclava que fueran a los juegos serían castigadas con la muerte.         

 El hombre olimpico era un verdadero atleta. Los participantes tenían que entrenar durante 10 meses antes de las competiciones y eran supervisados por un Helanódicas (juez) seleccionador. Una vez seleccionado, tenía que participar en diez competiciones: carrera sencilla (Stadion), carrera doble, carrera larga y carrera en armas (Oplitódromo), lucha, boxeo, pancracio, pentatlón (salto, disco, pilo, carrera, lucha), carrera de caballos y carrera de cuádrigas (Hipódromo). Los más jóvenes participaban en tres competiciones: lucha, estadio y boxeo. 

El Estadio (Stadion)

Al sudeste del Altis se encuentra el Estadio, donde se celebraban los juegos.

Durante la época helenística, el Estadio fue conectado con el ángulo noroeste del santuario por medio de la Cripta, un estrecho corredor abovedado que en su extremo occidental terminaba en una puerta monumental con columnas de estilo corintio.

 

Sobre la arena del Estadio se pueden ver unas líneas de piedras que señalaban los puntos de partida y de llegada de las carreras.                            Estos puntos estan  separados por una distancia de 192,27 metros; es decir, un Stadion, unidad de medida de 600 pies heroicos, llamados así por el mito de que fueron medidos por Heracle con sus propios pies. 

Tenía capacidad para 45.000 espectadores que se situaban sentados en las laderas de hierba. La pista estaba rodeada de rampas, pero no había asientos de piedra, excepto unos pocos para las autoridades y los reservados para los Hellanodikois (árbitros), en la parte meridional del Estadio.

Al ganador de cada evento (llamado Olimpionicai) se le entregaba una palma y una medalla de plata. En el último día del festival, los campeones absolutos recibían una corona de olivo y eran entretenidos en el Pritaneo (centro administrativo de los sacerdotes). Un Olimpionicai tenía la opción de tener una estatua en el área del templo y a menudo recibía privilegios de su ciudad también, a veces hasta cenas de por vida. Se honraba a los vencedores con ánforas de aceite de Creta, esculturas e himnos (los de Píndaro son los más célebres) y, precisamente como hoy en día, también las antiguas Olimpiadas favorecían el florecimiento de manifestaciones sociales muy variadas. Al calor de estos juegos, fuera del Altis, había conciertos, lecturas y recitales en los que participaban los historiadores, sofistas y otros oradores que leían sus composiciones en público. Entre ellos, Herodoto, Temístocles, Píndaro y Nerón

Durante los juegos se producían algunas muertes accidentales no sólo entre los participantes, también, más frecuentes aún,entre los espectadores. Las altas temperaturas del verano griego y el ensimismamiento al que se abandonaban presenciando los juegos les hacían olvidarse de beber agua y morían de deshidratación.

Decadencia

La palabra fin a este extraordinario evento la puso el emperador Teodosio I, que en el   394 d. C. prohibió los juegos porque sus creencias cristianas no toleraban el ensalzamiento de dioses paganos. Un año antes, se celebró la CCXCI Olimpiada, pero la verdadera fiesta concluyó bastante tiempo antes pues, tras la conquista romana en el siglo II a. C., los juegos se habían transformado en un simple pasatiempo para los conquistadores.

Resurgimiento 

En 1896, el barón Pierre de Coubertin reavivó la antorcha en Atenas con un éxito notable, tanto que perdura hasta hoy, que seguimos sintiendo las Olimpiadas como el mayor acontecimiento deportivo del mundo.

febrero 10, 2012. Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Historia olímpica. 1 comentario.